jueves, 3 de noviembre de 2011

Trabajo femenino extradoméstico..!!

La perspectiva de género, a través de la crítica a las concepciones dominantes en relación con el trabajo, creó el concepto de trabajo extradoméstico para representar la realidad y características del trabajo femenino remunerado, incluyendo además al trabajo doméstico, en apariencia invisible, y en general no valorado ni considerado como lo que es: fundamental para la permanencia y mantenimiento de la institución de la familia, y soporte principal del desarrollo social.
La idea del trabajo extradoméstico enfatiza que las líneas divisorias que separan las actividades económicas de las que no lo son han cambiado de manera irreversible. En el marco conceptual anterior sólo se consideraba económico aquello que era transado en el mercado o se realizaba por un pago, a excepción de la producción agropecuaria, que sí se consideraba económica. Ahora, mantener el hogar, capacitar y enseñar a los niños, preparar y servir la comida, atender a los enfermos y ancianos, se consideran evidentemente actividades productivas en estricto sentido económico, y hay familias que pagan a otras personas que les proporcionen estos servicios. La cuestión es que aún no ha quedado formalmente reconocido lo anterior, por lo que se mantiene pendiente cómo resolver el problema de la invisibilidad del trabajo doméstico no remunerado.
Lo importante de este planteamiento radica en que se develó la relevancia del trabajo doméstico en la medida que esta dimensión no dejaba ver la verdadera contribución femenina a la actividad económica y al desarrollo social. Entonces, los conceptos de división sexual del trabajo, doble jornada y compatibilidad entre la producción y la reproducción se incorporaron en una concepción del trabajo acorde con la situación de la mujer. Con base en el primero de estos conceptos, existe un eje articulador entre el mundo del trabajo y la familia, con lo cual, además, quedó en claro que la organización de las dos dimensiones condiciona la participación femenina en las actividades extradomésticas contribuyendo al mismo tiempo a la reproducción social (Oliveira y Ariza, 1999: 3).
En cuanto a los conceptos de doble jornada y compatibilidad, aportaron a evidenciar la peculiaridad del trabajo femenino en relación al conjunto de actividades que éste abarca. En este sentido, también ha quedado fundamentado que la adjudicación del mundo familiar a la esfera de lo privado en oposición a lo público no era más que una ideologización de estas relaciones así como del lugar que ocupa la mujer en ellas, y que obstaculizaba comprender la vinculación que guardaba con la reproducción social y una serie de esferas y ámbitos afines a ella. En este punto también desempeñaron un papel crucial los conceptos de producción y reproducción social, división sexual del trabajo y unidad doméstica, en la medida que permitieron destacar la dimensión socioeconómica de la organización familiar y su centralidad para el conjunto de la producción social. Asimismo, esto último coadyuvó a precisar la función estratégica del sistema de parentesco como eje de distribución y asignación de valores y posiciones, dentro de las que ocupa un lugar especial la organización de la economía familiar. Por ello, actualmente el estudio de la familia y el trabajo se encuentran estrechamente vinculados en los análisis de la mujer.
La importancia del concepto de trabajo extradoméstico, desde la perspectiva de género, entonces, estriba en que precisamente se refiere a un trabajo realizado por mujeres, lo que amplía el abanico de posibilidades y por lo tanto hay necesidad de revalorar la misma definición de trabajo, puesto que implica desde labores domésticas, las actividades propias de la mujer.

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